El vinagre balsámico se obtiene de una mezcla de vinos, en la que intervienen vinos tintos y blancos, los cuales han sido producidos a partir de uvas de las variedades: trebbiano, uniblanc, Malbec o barbera. Dentro de sus características se destaca un sabor fuerte y ligeramente dulce. Los producidos industrialmente suelen tener procesos de maduración de 4 o 5 años, mientras que las versiones más limitadas maduran al menos 12 años.
El aceto balsámico se prepara pasando por las tres fases de elaboración de cualquier vinagre, lo único que diferencia este vinagre de los demás es el complicado y elaborado proceso de cada una de las fases:
Fermentación alcohólica. En el que se emplean uvas de trebbiano principalmente, los mostos obtenidos se concentran (de 100 kg de uva trebbiano se obtienen 70 litros de mosto fresco que luego de la cocción se reducen a 30 litros) y se fermentan alcohólicamente.
Oxidación acética. Se emplea una variante del método de Orleans al igual que en la antigua elaboración de los vinagres, que consistía en llenar toneles en forma de cascada de vino y vinagre, en la misma proporción, y cada vez que se sacaba una cantidad de vinagre se le rellenaba con la misma cantidad de vino.
La maduración o envejecimiento. Los buenos acetos dicen que deben haber madurado en toneles de madera al menos 12 años. En el siglo XV se elaboraban con envejecimiento de, por lo menos, 40 años.
El principal esfuerzo se realiza en la última etapa, en la que se emplean pequeños toneles de diferentes maderas: roble, morera, castaño, cerezo, enebro y fresno. Durante el proceso de maduración se van cambiando los contenidos y mezclando entre ellos con vinagres más jóvenes en toneles cada vez más pequeños, siguiendo unas pautas y unas reglas secretas que pasan de generación a generación dentro de los elementos de una familia elaboradora.
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