SOBRE NOSOTROS

Productos para el buen comer S.L. es la continuación de la originaria tienda de productos alimenticios Fausto Izquierdo Pérez, fundada el 7 de Enero de 1950 por el matrimonio formado por Fausto Izquierdo Pérez, natural de Mora de Rubielos (Teruel) y María Tarongí Fuster, natural de Sineu (Mallorca).

La historia comienza en el año 1946, cuando Fausto es destinado a Mallorca a hacer el servicio militar y su destacamento está ubicado en Sineu, lo que propició que conociera a María. Al cabo de los preceptivos 36 meses de servicio militar, contraen matrimonio en Sineu el día 4 de Octubre de 1949. A continuación les surge la oportunidad de hacerse con un puesto en el Mercado de Santa Catalina, lo cual hacen inaugurando dicho puesto el 7 de Enero de 1950.

A partir de esta fecha es cuando empieza la verdadera historia de este pequeño negocio familiar, que hoy en día está explotado por la tercera generación de la familia Izquierdo Tarongí. Actualmente está regentado por María Izquierdo y su esposo Juan José Sánchez.

Como pueden suponer, los primeros años fueron muy duros, pues se venía de una guerra civil y posterior racionamiento de productos de primera necesidad. Las peripecias que pasaron mis padres Fausto y María fueron muchas y hoy cuando veo a mi madre iluminársele la cara de ver a sus nietos (ya que para ella tan nieta es María como lo es su esposo Juanjo) en el negocio que ella y su esposo fundaron, a mí me llena de dicha y lo único que echo en falta es a mi padre Fausto, que realmente fue el iniciador del negocio (ya que mi madre antes de casarse, nunca había trabajado en alimentación ni en ningún otro trabajo remunerado).

Mi padre, antes de hacer el servicio militar, había estado trabajando en diferentes colmados o ultramarinos (como se llamaban por la época) en Valencia capital, lugar donde fueron a vivir durante la guerra civil al salir evacuados de su pueblo natal en el año 1937.

Me perdonarán que haya hecho esta introducción un poco larga y sentimental pero es que sin esta historia, estos puestos del Mercado de Santa Catalina no tendrían la vida y el espíritu que tienen: FAMILIAR.

Mi aportación a esta continuidad empezó a finales de los años 60, siendo yo un estudiante adolescente. Una enfermedad de mi padre me indujo a ayudar a mi madre con el negocio, ya que al ser hijo único no había nadie más para dar una mano. Al principio, como todo hijo de vecino, no me iba bien que cuando mis compañeros del colegio tenían vacaciones, yo tenía que ir a ayudar a mis padres con el negocio, pero de más mayor lo agradecí, porque esto me ayudó a amar más este trabajo y a coger más responsabilidades en la vida.

A mí cuando me preguntan cuándo empecé siempre contesto lo mismo, y es que a los 9 años destrocé mi primer jamón. Es decir, que llevo toda la vida y espero poder dar muchos años más de guerra a mis hijos. Al igual que poder relacionarme con los clientes, muchos de ellos ya no clientes, sino amigos y entablar amistosas conversaciones acerca del mundo de la alimentación y de la gastronomía y también asuntos particulares y sociales.

Con el paso del tiempo y ante las necesidades actuales del negocio, a principio de los años 2000 empezamos a tener a personas ajenas a la familia como empleados. Sirva el comentario presente para dar las gracias a los que actualmente están con nosotros y a los que por diferentes motivos ya no están porque sin ellos no hubiésemos podido crecer como hemos crecido.

Sirva la presente para dar las gracias a todos y cada uno de los clientes, proveedores, amigos y demás personas que han hecho posible que nuestro pequeño negocio familiar haya podido cumplir 60 años de existencia y tenga previsiones de cumplir muchos más con la ayuda de todos.

Mil gracias y siempre a su servicio

Virgilio Izquierdo Tarongí