Para que los embutidos se conserven en perfecto estado durante el mayor tiempo posible una vez comprados, es importante seguir una serie de consejos que os facilitamos a continuación, ya que sería una lástima que la calidad y sabor del producto se vea afectado por un tratamiento inapropiado.
Para los embutidos curados, como el chorizo o el jamón serrano, lo más aconsejable es tenerlos fuera del frigorífico, en un lugar fresco y seco (entre 15 y 20 grados), que no esté sometido a cambios bruscos de temperatura y buena ventilación, y si es posible, oscuro. Una despensa, una bodega, o una alacena son lugares idóneos para la conservación de estos embutidos.
Al igual que en fábrica, también es recomendable colgarlos boca abajo y separados, evitando que las piezas se toquen. Hay que tener en cuenta que de esta manera el embutido se irá endureciendo (curando) con el paso de los días.
En el caso de que el embutido esté empezado, lo ideal es colocar la parte del corte orientada hacia el suelo y taparlo bien para que no entre en contacto con el aire. Una buena práctica es untar la zona del corte con aceite y taparlo con un film transparente. Si las temperaturas fueran altas y nos viésemos en la obligación de guardarlos en el frigorífico, podemos conseguir que se ablanden después de que hayan estado refrigerados cubriéndolos con un paño húmedo y bien escurrido.
Para no encontrarnos con ingratas sorpresas, lo mejor es consumir productos de calidad elaborados con materias primas sanas y en los que se hayan empleado procesos que nos ofrezcan garantías, como los embutidos que encontrarás en Charcutería Izquierdo.